Tercer pasaje del libro "El petirrojo que no sabía volar"
Esa misma
tarde comenzaron las clases de vuelo. Resultaba extraordinariamente divertido
ver a su mamá adoptar esas extrañas posturas para explicarles las cosas.
Pitxi y
Mitxi estaban encantados y prestaban muy buena atención, tanto es así que ese
mismo día aprendieron a volar.
No ocurría
lo mismo con Gruñón. No parecía interesarse por las explicaciones de su madre y
se distraía con facilidad.
Así mientras
sus hermanos ya habían aprendido a volar y se iban junto a su madre a beber a
la fuente y a darse chapuzones, que es se forma de lavarse y peinarse, Gruñón
tenía que permanecer en el nido sin atreverse a volar.